Para Nicaela Bier, una joven madre de 28 años, el Día de la Madre será para siempre el peor día de su vida. La estadounidense perdió trágicamente a su bebé de 11 meses en lo que se suponía que iba a ser un día festivo.
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La tragedia ocurrió en la casa familiar de Las Vegas el 8 de mayo. "Me lo arrebataron cuando sólo tenía 11 meses. Nunca entenderé por qué se fue, y mi corazón estará roto para siempre", sollozaba la joven madre.

Cuando Nicaela conoció a su pareja Joshua Ross, de 32 años, ya era madre de Aubreanna, de ocho meses. Al año siguiente, se quedó embarazada. "El 6 de junio de 2021, tenía a mi hijo en brazos y veía cómo Aubreanna le daba un beso. Fue increíble", declaró Niccaela a The Sun.
En abril de 2022, la pequeña familia se mudó a una casa más grande. Nicaela decidió dejar su trabajo y ocuparse de su familia. "Algo me decía que debía tomarme un tiempo, estar en casa con mis hijos y simplemente disfrutarlo", explica la madre de uno.
Pero cuando llegó el momento de hablar de la mudanza y, en particular, de su nuevo sofá, a mamá se le quebró la voz. Siempre recordará el día en que lo compró, en marzo de 2021. "Era un sillón reclinable eléctrico de tres partes y cada sección tenía un botón que la controlaba", explica. Cuando trajo la pieza a casa, Niceala pensó inmediatamente que podría ser peligrosa para Aubreanna y Ryder. Pero decidió dejar de preocuparse, pensando que se estaba preocupando en vano.
Pero el 8 de mayo de 2022 todo cambió. "Era un domingo. El padre de Joshua, Kevin, estaba allí y todos estábamos en casa. Joshua iba a prepararnos la cena, así que se fue al supermercado", cuenta Nicaela. Al ver que los niños jugaban tranquilamente, la joven madre fue rápidamente al baño. "Oí lo que parecía la caída de un juguete, pero no había llanto", dice Nicalea. "Entonces oí a Aubreanna llamando a Bubba, que es el apodo de Ryder, y se metió en el baño para buscarlo", añade.
Sin preocuparse al principio, la madre tiró de la cadena, revisó las habitaciones y abrió los armarios, buscando a su hijo. "Pasaron unos minutos y sentí un pequeño escalofrío de ansiedad", dice. "Comprobé las ventanas delantera y trasera, por si me las había dejado abiertas. Pero no había ni rastro de Ryder. Fue entonces cuando cundió el pánico", cuenta Nicaela. "Pasaban los minutos y Ryder seguía sin aparecer por ninguna parte. Llamé a Joshua y empecé a sentir pánico. Fue entonces cuando miré al sofá y se me cayó el estómago al suelo", añade la madre de un niño.
A primera vista, todo parecía normal en el sofá. Pero con el miedo en el estómago, la madre pulsó el botón que reclinaba el sillón del medio. Al abrirse lentamente, vio a su hijo debajo. "Es imposible describir lo que sentí al ver a Ryder allí, sin vida y atrapado tras la barra metálica del sillón. Fue como si el tiempo se hubiera detenido cuando lo saqué y vi su cara azul-púrpura", atestigua Nicaela con tristeza.
La madre se dio cuenta horrorizada de que, mientras sus hijos jugaban, Aubreanna había abierto la silla y vuelto a cerrarla sin darse cuenta de que Ryder estaba dentro. Kevin, el padre de Joshua, inició rápidamente la reanimación cardiopulmonar mientras Nicaela llamaba a la ambulancia. Joshua se apresuró a volver de las tiendas y salió corriendo por la puerta, seguido por el personal de la ambulancia.
Fue un día de pesadilla para la familia. "Mientras mi precioso bebé estaba conectado a un respirador y luchando por su vida, pasé del miedo a perderlo a la negación. Esto no podía estar pasando de verdad", dice la madre.
Entonces, el sentimiento de culpa carcomió rápidamente a Nicaela. "¿Por qué había permitido que ese sofá entrara en mi casa?", se preguntaba la madre. Entonces los días se convirtieron en semanas, y Nicaela hizo malabarismos entre las visitas a su hija Aubreanna, cuidada por un familiar, y las vigilias en el hospital con su hijo Ryder. "Mis lágrimas no cesaban", explica la joven madre. "Me aferraba a la esperanza de que todo esto podría arreglarse de alguna manera", añade.
Finalmente recibieron la temida noticia: "El daño cerebral de Ryder era tan grave que no podía andar, respirar ni comer por sí mismo. Nunca hablaría y ni siquiera sabían si podría ver. ¿Qué clase de vida es esta para nuestro hijo? El 26 de mayo de 2022, Ryder murió. "Me sentí feliz de que ya no sufriera. Mi hijo por fin estaba en paz", dice Nicaela.
Desde la tragedia, los días de Nicaela han sido extremadamente difíciles. El sofá ya no está, pero la casa sigue igual. "Odio estar aquí. La única razón por la que compramos esta casa fue para que los niños tuvieran más espacio. Ahora está como maldita", explica la estadounidense. "Hablar de Ryder es la única forma que tengo de mantener vivo su recuerdo. Nunca sabes cuánto tiempo vas a pasar con tus seres queridos, así que aprovecha cada momento. La vida puede cambiar en un instante", concluye Nicaela.
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